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krekermak – :
Poca evolución noto en este perfume. Se percibe la mirra junto a la cera de abeja que logra transmitir un olor parecido al de la cera de las velas.
Se siente bastante balsámico y no ahumado en exceso. Más resinas que humo diría. Como comenta la reseña anterior sí que pude dar la sensación de chocolate amargo.
El rendimiento no es muy allá. De proyección creo que se queda algo corto, se puede oler pero no con mucha facilidad. Y en duración pues bueno, entre 4 y 6 horas.
Lo considero unisex, aunque tirando un poco hacia el lado masculino y para usar en climas fríos exclusivamente.
No me ha terminado de gustar. No es un mal perfume, no huele mal y se le nota calidad a los ingredientes, pero sinceramente el olor no me llena. Aún así valoro su original olor, lo malo su rendimiento.
sams – :
Bueno, ni siquiera voy a intentar ser objetiva. Me gusta tanto Myrrhe Ardente que por más que lo intentara no lo conseguiría. Adoro la línea Les Orientalistes. Es/era mi línea favorita de la casa Annick Goutal. Soy adicta a todos ellos: Musc Nomade, Myrrhe Ardente, Ambre Fétiche, Encens Flamboyant. Para mí eran los más duraderos, los más intensos, los más exóticos y originales de todo el catálogo de la marca, que hasta su aparición destacaba más por sus florales y cítricos. Después de la “renovación” que la casa hizo en 2013, han corrido casi todos una suerte muy triste. Myrrhe Ardente, mi favorito de la línea, ha sido descatalogado, y creo que el resto sigue en producción pero no se encuentran fácilmente, y alguno de ellos por lo que veo en annickgoutal.com de perfumes unisex ahora han pasado a ser considerados “masculinos” (?). No lo he comprobado por mí misma, pero me cuentan también que han perdido mucha longevidad.
La primera vez que lo probé pensé que Myrrhe Ardente y yo no nos íbamos a llevar bien, por ser demasiado dulce. A mí no me gustan nada los perfumes muy dulces, y su salida me pareció muy empalagosa. Lo que más percibí en su inicio fue un intenso acorde de miel, eso sí, una miel muy natural y artesanal, con un toque de pimienta. Después lo volví a probar y me conquistó. Su salida me pareció menos dulce pero más intoxicante, como intensamente alcohólica y especiada a la vez. De hecho mucha gente comenta que le recuerda a la zarzaparrilla. Nunca la probé pero tengo entendido que esta contiene un poco de alcohol. Ese efecto alcohólico combinado con la mirra amaderada y áspera ha seguido siendo mi primera percepción de Myrrhe Ardente hasta la fecha. Luego en su desarrollo se vuelve ahumado y algo más especiado, casi más parecido a una combinación de ámbar e incienso que propiamente a mirra. En su secado me huele a sándalo quemado, a ceniza y a humo, pero ese efecto es suavizado por el haba tonka y el benjuí (combinados parecen una especie de ámbar avainillado). Como dije antes no me gustan los perfumes demasiado dulces, pero Myrrhe Ardente desprende una sensual dulzura oscura y de alguna manera áspera, como de chocolate amargo, que me enloquece.
Como la mirra de antaño, con todo el halo místico que la envuelve, este perfume me parece mágico, y hasta terapéutico. Me sirve tanto para relajarme después de un día duro en el trabajo como para animarme cuando estoy baja de moral. Es intenso y apasionado como muchos orientales, pero para mí tiene unas propiedades calmantes que lo hacen único. También es posible que mi manera de sentirlo esté muy condicionada por mis recuerdos de infancia, ya que me recuerda al olor de las velas de cera de abeja que usaba mi abuela, enrolladas, pegajosas y con aroma “ambarino”. Quizás por eso me inspira más calidez y sosiego que a otra persona. De todas formas sí creo que la casa intentó explorar en esta colección una conexión con nuestro pasado más ancestral. Al oler Myrrhe Ardente no es muy difícil retrotraerse al simbolismo y a la historia de la mirra, a cómo se utilizaba en las liturgias de diversas religiones, pertenecientes a tiempos en que la medicina, la religión y los aromas estaban íntimamente ligados. No olvidemos a los Reyes Magos de Oriente de la cultura cristiana ofreciendo oro (¿el ámbar fetiche de esta colección?), incienso y mirra a Jesús recién nacido. En efecto es un perfume que invita a una mística, a un ritual, pero su calidez y dulzura amaderada y aromática puede resultar muy sensual, y es ahí donde radica su encanto para mí.
Es un oriental muy oriental, que recuerda a inciensos, maderas preciosas y bálsamos de antaño, y que podría considerarse emparentado con otras joyas del género como Opium, que por cierto también incluye incienso y mirra (de alguna manera también Saint Laurent fue un orientalista al crear y trabajar sobre el concepto de Opium). Para mí es pura mística, pura pasión, pura incandescencia. Qué lástima que ya no me sea fácil encontrarlo.