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“Liaisons Dangereuses” podría traducirse como “Relaciones Peligrosas” o “Amistades Peligrosas”, en clara relación a la magnífica película de 1988 protagonizada por Glenn Close y John Malkovich. Cuando pienso en ésta fragancia -y en todas las del mundo de Kilian- no dejo de asombrarme de la capacidad de éste hombre para poner nombres a sus criaturas. Los nombres son vitales, porque definen la esencia más pura, el núcleo. ¿Cuántos libros han hablado del verdadero nombre de las cosas? No un nombre delimitado por los sonidos de nuestro idioma sino EL nombre, el que nos daría el control absoluto del objeto mencionado. Hasta que llegue el día en que el ser humano descubra la conexión absoluta con su entorno, no nos queda otra que la aproximación. Palabras en el lenguaje que conozcamos para definir algo; cuánto más difícil cuando no se trata de un objeto material, sino de las ambiguas sensaciones de un olor, un perfume. Kilian Hennessy parece tener un don para definir, para nombrar. “Liaisons Dangereuses” es un ejemplo más entre sus creaciones.
Melocotón, radiante y jugoso melocotón unido a una dulce nota de ciruela y la elegancia natural de la rosa. Si todo es tan dulce y bello ¿por qué me siento intranquila al olerlo? Hay una sombra entre el delicioso melocotón y la candida rosa, una sombra que crece y oprime hasta hacerte dudar de si estás sola en la habitación. No sé lo que es, y no he querido acercarme más a él para averiguarlo. Al contrario que la angelical Michelle Pfeiffer yo no me dejaría atrapar en la telaraña del Vizconde de Valmont por muy opulenta y excitante que me resulte su presencia, pues sé que tras esa intensa mirada de hombre se oculta un vampiro depravado sediento de emociones humanas. Es excitante entregar tu corazón a un demonio pero, como descubrió la virtuosa dama al final de la historia, una vez hecho ya no hay vuelta atrás, y mucho menos si el demonio juega al gato y al ratón con una poderosa mujer que le iguala en perversidad.
“Liaisons Dangereuses” huele así. No como olerían los lujosos salones de aquella época, no como la fragancia que llevaría la Marquesa de Merteuil. Huele al alma de esas viles y extraordinarias criaturas humanas, su esencia: la doble cara. Recatada en público, perversa en la intimidad. Belleza y luz en el exterior, tormenta y tinieblas en el interior. Sonríen con candidez y su trato es amable y comprensivo, pero si prestas atención verás una oscura sombra agitándose tras sus brillantes ojos. Como ellos”Liaisons Dangereuses” atrae, repele, confunde, turba.
En mí produce un rechazo natural, una inquietud innata. Mi madre en cambio adora este perfume hasta el punto de convertirlo en uno de los suyos, una de sus fragancias personales. Reacciones tan ambiguas como la propia alma del perfume. Como su nombre.