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beicheSib – :
Puedo entender que un perfume ardiente y picantón como este requiera una figura promocional de cierto tonelaje, pero transformar el mítico número musical de Marilyn en una suerte de estribillo navideño de Rithm & Blues para que Beyoncé se descoyunte sacudiendo la melena y las caderas como una posesa, es demasiado.
Mi relación con este producto no empezó nada bien. Ya el atomizador fallaba como una escopeta de feria. Si apretabas el pulsador, en lugar de un spray salía una mancha que se escurría entre los dedos y la botella hasta que un extraño picor en la nariz fulminaba cualquier idea preconcebida: pimienta rosa.
Nadie sabe por qué diantres una fragancia almizclera dominada por la pimienta, la rosa y un fondo machoman de maderas lo llamaron “Diamonds”. Es un misterio como el del leopardo de las nieves del Kilimanjaro de Hemingway donde nunca se supo qué hacía el animal en aquellas alturas.
Armani Diamonds eau de toilette es tan hortera y kitsch como las bolas de un árbol de navidad birmano donde lo mismo te encuentras colgando un huevo sorpresa que una piña tropical. El aroma debe ser lo más parecido a estar cerca de una bomba fétida de tienda de artículos de broma que al romperse contra el linóleo despide una nube de pimienta para que estornudes. Luego el chino le pasa un trapo perfumado con rosa mosqueta y Zas, ya tienes el Armani Diamonds.
En este despropósito de Armani nada parece estar en su sitio. Ni el nombre, ni el dichoso spot publicitario de Beyoncé ni la pimienta ni el packaging de bazar chino.
Para seguidores a rajatabla del día de los inocentes.